Lazos
de sangre (Epílogo).
No comprendo tanto sufrir, tu imagen borrosa no responde a mi llamada,
mi garganta se desgarra al pronunciar tu nombre, las ataduras abrasan mi piel.
Tu vista se posa en mí para luego darme la espalda. No consigo salir de aquí,
no quiero más dolor, no volveré a llorar.
Ahora me toca a mí, voy a mirar hacia delante. No voy a seguir así, voy
a… vivir.
* * *
Era un día nuboso, hacía aire y me hallaba sola en un parque solitario
leyendo un libro, cuando sentí que entre los árboles se ocultaba algo o
alguien. Mi instinto me decía que era un animal pero al fin ese ser, se dejó
ver y para mi sorpresa, era un hombre, esbelto, pálido, de pelo largo y moreno,
llevaba gafas de sol y vestía de negro. Se acercó a mí y me preguntó sobre lo
que leía, yo le contesté educadamente y retomé la lectura para que así se fuera
y me dejara sola de nuevo, pero él comenzó a hacerme una serie de preguntas:
sobre si me gustaba la oscuridad, si creía en la existencia de otros seres
superiores a la raza humana o en misterios sin resolver. No supe por qué pero…
me inspiraba confianza para poder tratar todos los temas ocultos en los que
pensaba y que no podía contar a nadie, fue extraño pero me desahogué contándole
todo lo que opinaba sobre la soledad, el destino, los humanos y sucesos
paranormales. Él se quedó observándome, y por un instante me dio miedo. Se me
erizó la piel, y mi instinto me decía que corriese pero mis piernas no me
respondían, mi mente se preguntaba “¿por qué he de huir? ¿Acaso no se acaba de
interesar por tus pensamientos más profundos y ocultos y te acabas de
desahogar? Acabo de encontrar a una persona que probablemente sea parecida a
mí, no entiendo qué es lo que me hace querer salir corriendo, qué debo
hacer, estoy bloqueada.” Entonces el
hombre extraño, sonrió y dijo que era interesante, y sin decir ni una palabra
más, se alejó de mí como un espíritu.
Por aquel entonces mi razón para levantarme cada día y vivir era un
chico llamado Allen, estaba total, loca y perdidamente enamorada de él, habría
dado cualquier cosa por él, hasta mi propia vida. Él no sentía lo mismo por mí,
yo lo sabía pero aún así, tenía la pequeña esperanza de que algún día me
correspondiese, lucharía por él, me esforzaría y aunque no lo consiguiera, me
daba igual, me conformaba con poder estar junto a él y ver su sonrisa cada día,
sus ojos tan llenos de vida y calor.
Allen iba a la misma clase que yo, a veces quedábamos en mi casa para
hacer trabajos. Algún fin de semana me invitaba a salir con él y sus amigos de
fiesta. No me gusta salir, ni el sol, me gusta la lluvia, los días nublados y
quedarme en casa leyendo, escuchando música rock o viendo una película,
preferiblemente acompañada, y Allen, de
hecho, me hacía compañía a veces. Él era la luz demi vida, por él salía de casa y “vivía
la vida”. Hasta que llegó él, impulsado por el egoísmo, lo peor de la humanidad.
- ¿Lo amas? − Pregunto Jean, la segunda
vez que nos encontramos.
- Sí. −
Contesté yo.
- ¿Sin
importarte que te utilice para hacer sus trabajos mientras él se va con sus
amiguitos y liga con chicas?
- ¡Él no hace
eso! Si se va es porque... un momento, ¿cómo sabes todo eso?
- Pronto lo sabrás,
pero no esquives mi pregunta para excusarlo. Él no es como crees, te utiliza,
te menosprecia, dice que eres rara y cuando menos te lo esperes te dará la
espalda, entonces esta vida dejará de tener sentido para ti.
- Si hiciera
eso, preferiría morir. Pero él ha hecho que mi vida sea soportable, incluso
agradable, además no sé nada de ti.
- Tranquila,
pronto te lo enseñaré todo, y tu sufrimiento y humillación terminarán. Me acabarás
dando las gracias, pequeña.
- ¿Qué quieres
decir?
Él, simplemente, me dio la
espalda y con un andar elegante y ágil, se marchó.
Al día siguiente fui a clase como cada mañana y en mi taquilla encontré
una nota en la que ponía que se habían llevado a Allen. Salí corriendo en su
búsqueda por todo el instituto, en clase, en el gimnasio, hasta entré en el vestuario de los chicos. Al
no encontrarlo me dirigí al parque donde había conocido a ese hombre extraño de
las gafas de sol y lo encontré en sus brazos, junto a él había dos personas más,Una
mujer rubia con ojos lilas, y un hombre castaño con ojos dorados. Jean por fin
se quitó las gafas y tenía los ojos de color rojo. Era un clan de vampiros.
Me propuso salvar la vida de
Allen a cambio de la mía, de mi alma. Yo acepté sin vacilar, pues no me
imaginaba mi vida sin él. En cuanto lo soltó, Allen salió corriendo sin mirar
atrás siquiera Jean sonrió y pude ver sus colmillos, se acercó despacio a mí.
Mi cuerpo empezó a temblar involuntariamente quise empezar a correr cuando jean
me agarró de la cintura con una mano atrayéndome hacia él mientras que con la
otra me apartaba el pelo del cuello inclinándose hacia mí
Yo no quería matar a gente alimentándome
de su sangre, pero mi cuerpo ya estaba empezando a cambiar.
- Fuimos tus
enemigos, pero ahora somos tus amigos y los humanos tus enemigos. No tienes
otra, ven con nosotros.
-El me
aceptará. -Salí en su búsqueda pero cuando me vio se asustó, pues mis ojos
azules se volvieron rojos, mi piel más pálida de lo normal y mi cabello más
negro.
-¡No te
acerques a mí, eres un monstruo al igual que ellos!
-No Allen no
soy como ellos, he hecho esto por ti.
-¿¡Por mi!?
Por tu culpa casi me matan, nunca debí juntarme a un bicho raro como tú ¡largo
de aquí desaparece de mi vida, no quiero volver a verte!
En ese momento
todo mi mundo se desmoronó, sólo quería morir. Me escondí en una casa abandonada, al cabo de un tiempo
apareció la vampiresa del clan:
- Duna, aún
eres muy humana, pero dentro de un tiempo no sentirás dolor y agradecerás ser
vampiro, pues somos una raza superior a los humanos. Aún me duele pensar que no
nací siendo así, ahora somos tu familia. Dijo ella acariciándome el pelo como
si fuese un cachorro abandonado.
- Además, no
seas hipócrita. − Dijo Jean surgiendo de entre las sombras. − Nunca te ha
gustado tu anterior vida sólo te ataba Allen y él te ha traicionado aun
habiéndole salvado la vida.
- ¿Por qué lo
hiciste? −Pregunté yo con lágrimas en los ojos
- Porque fui
compasivo contigo y quise darte este don, me interesaste, así que… puedes decir
que lo único que compartimos con los humanos es el egoísmo.
* * *
No siento odio ni rencor, pero tampoco amor. Me siento vacía de
sentimientos. La gente no me importa, me es indiferente, sé con quien tengo que
comportarme bien. Dentro de mí ya me controlo, nada me altera ya. Es un estado
nuevo para mí, pero no me desagrada, incluso... Sonrío…
Echando la vista atrás, a mi vida hasta hoy, decido avanzar y aceptar a
este clan, a mi clan. Me sometí a él, me pidió que matara a Allen para
abandonar completamente mi parte humana, y yo sin vacilar, una vez frente a él,
lo miré a los ojos sin parpadear, ahora podía ver su alma y me daba pena. Sentía
desprecio por él. Así pues, lo maté, bebí su sangre y me marché dejándolo en el
suelo, yendo a por mi siguiente víctima.
No volveré a sentirme extraña aunque al mirarme no me reconozca, pero...
ya me he encontrado, he despertado. Y con una media sonrisa y mirada helada, ya
con el corazón oscuro, sin ninguna parte humana, más que el egoísmo, me quedé
con mi clan.
Me inunda una nueva sensación de oscuridad, orgullo y frialdad. Pero me
gusta. Él consiguió tenerme y yo, ser… feliz.