jueves, 8 de enero de 2015

LLAVE A TU MENTE. (argumento)



Karen  es una adolescente cuyos padres viajan constantemente, se codea con la gente más adinerada del instituto y decide ser la chica perfecta y ejemplar para todos, convirtiéndose en la más popular de su curso. Lo que no sabe es que su perfecta vida se quedará en pausa para abrir paso a otra realidad, que desembocará en otra Karen( o en otra persona) que romperá todos sus esquemas.

Sumérgete en ésta  enrevesada historia que te hará mirar la vida desde dos puntos de vista totalmente diferentes.

Yune Evans

 

lunes, 5 de enero de 2015

Sentimientos en el aire

Puedo respirar aire puro, llenar mis pulmones lentamente y luego soltarlo despacio. Me gusta venir solo a la pinada de Guardamar, su aroma a pinos, su frescor… Parece que hasta puedo escuchar a los árboles hablar. Tiene diversa vegetación y fauna, aunque cada vez queda menos, pero todavía se puede encontrar desde pequeños lagartos, hasta majestuosos pavos reales. Escucho a los pájaros cantar, las ardillas bajan de los árboles para buscar comida y las “chicharras” cantan todo el día. La pinada está dividida entre dos parques, el parque de Alfonso XIII y el Reina Sofía.
 

El parque Reina Sofía o también conocido como “el parque de los patos”, es una extensión de dunas y colinas, separado de las calles por las que pasa el tráfico. Diversas razas de patos nadan en las charcas habilitadas para ello. También hay una gran cantidad de pavos reales. Paseando tranquilamente, puedo ver al pavo real hembra con sus crías, que crecen bastante rápido. Se escucha el sonido de las pequeñas cascadas y corrientes de agua artificiales que produce un efecto muy relajante. Los patos se acercan a la gente, sobre todo si tienen comida. Son muy listos, aunque no lo parezcan. También hay cisnes. Recuerdo que hace años vivía un cisne negro precioso, majestuoso y sociable. La gente le llamaba y el cisne contestaba con un graznido. Salía del agua y caminaba hasta el bar más cercano (situado a la entrada del parque) para que el dueño del establecimiento le diera algo de comer, solían echarle lechuga, y los niños patatas o gusanitos de bolsa. Después el cisne se volvía a su charca.
 

Guardamar también tiene unas dunas fantásticas y unas playas enormes que no tienen nada que envidiar a ninguna otra playa de la zona. La arena es fina, sin piedras con las que te puedas hacer daño en los pies. Su mar es abierto por lo que muy pocas veces estará quieto como una balsa. A mí personalmente, me gusta cuando se mueve oleaje, y sentir el viento en la cara cuando me lanzo con las olas en mi tabla de bodyboard. Si pillas una buena ola puede llevarte hasta la orilla, ¡es fantástico! También me gusta jugar con un balón dentro del agua y sentir las olas en mi espalda cuando rompen. “Sí, soy un poco raro” pero prefiero el mar salvaje a que esté sin moverse como una piscina. Mi nombre es Marc, y nací en este pueblo maravilloso del que os hablo.
 

Suelo ser un chico reservado y distante. Siempre ando rodeado de gente, pero a pesar de ello, es como si estuviese solo, hasta que la conocí:
Salía de bañarme en el mar y me disponía a recoger mi toalla para irme a casa, cuando inesperadamente, mi mirada se encontró con la suya. Sentí algo extraño, no sólo vi unos ojos bonitos, sino que vi su alma, esos ojos escondían algo, me hablaban, me atraían… Me quedé embobado, perdido en su mirada. Cuando ella se acercó a mí y me dijo “hola”, fue como despertar de una hipnosis e inmediatamente le devolví el saludo, titubeando. Seguidamente proseguí mi camino algo nervioso. Me alejé de ella hasta que ya no pude distinguirla más. Y entonces me asusté. Quería volverla a ver, todo esto era una locura, pues nunca he sentido algo así ¿acaso era un flechazo? ¿Acaso es amor a primera vista? ¿Qué es el amor? Yo nunca me había enamorado y aquella experiencia había sido como si hubiésemos mantenido una breve conversación con la mirada. Cuando llegué a casa, aturdido, me tumbé en la cama y me dormí.
 

Esa misma tarde fui al parque de “los patos” y en un banco a la sombra de un árbol se encontraba ella, leyendo un libro. Me acerqué a ella y le saludé, me invitó a sentarme a su lado y entablamos una conversación. Descubrí que vivía en un piso frente al mío así que, iba a encontrármela bastante por los lugares a los que acostumbraba a ir.
 

Fuimos quedando de vez en cuando pero yo aún me mantenía algo distante, pues no estaba acostumbrado a abrirme a nadie, a expresar mis ideas y pensamientos pero al final ella logró sacar todo lo que guardaba, me sentí de maravilla, ella era especial, sin hablar, sólo con su mirada y sus gestos, sabía lo que pensaba. Tenía varios tipos de sonrisa y yo me los conocía todos; sabía lo que quería decir cada expresión de su rostro, ¡era increíble! Y como era de esperar, al cabo de un tiempo empezamos a salir como pareja. Yo llegué a amarla y ella me correspondió por igual.
 

Todo iba estupendamente bien, hasta que llegó un día en que empecé a notarla distante, no quería quedar conmigo tan a menudo. Todo pasó tan rápido que no entendía nada. Llegó hasta a culparme de algo que no había hecho, sólo para poder enfadarse conmigo. Ponía palabras en mi boca que yo no había ni si quiera pronunciado, era totalmente surrealista, ella quería terminar su relación conmigo y lo hizo inventándose cosas horribles de mí.
 

Al final me dejó. No quería verme. Me quería fuera de su vida, lejos, para así poder olvidarme.
Yo no sabía qué hacer sin ella, para mí la vida carecía de sentido. Me hallaba en un lugar abierto, libre, pero oscuro y solitario. Sin nada que hacer. En ese momento mi vida acababa de ponerse en pausa. Sólo podía dormir o estar despierto y callado, con la mente totalmente en blanco…
 

No sé cuánto tiempo pasó pero un día la escuché desde la distancia. Ella me llamaba, me necesitaba.
Mi vida volvió a tener sentido, ya no estaba oscuro, veía luz. Y acudí a su llamada. Pero cuando la vi, ella estaba reacia, se contradecía, quería que me fuera:
 

- ¿Qué haces aquí? − Me dijo.
-Tú me has llamado.
- ¡No! Eso no es posible, yo quería alejarte de mí, ¿por qué has vuelto? − Dijo llorando y elevando la voz.
Yo le miré a los ojos y vi una tristeza infinita, pero también pude apreciar amor por mí, y desesperación. No quería reconocer que me necesitaba, sus palabras decían una cosa y su mirada otra totalmente opuesta. Yo la atraje hacia a mí y la estreché entre mi brazos, ella lloró más y más fuerte hasta que se tranquilizó, alzó su mirada hasta mi cara y con ésta me dijo que me amaba y necesitaba.
 

Ella no quería depender de nadie. Decía que tenía que vivir su vida sola, afrontar las cosas por sí misma y que depender de mí o recibir mi ayuda era malo, era perjudicial para ella y por eso me quiso alejar. Entonces me dijo: “de hecho, no deberías estar aquí. Estoy destrozada y por eso has venido, pero no puedes volver de nuevo. Esto es un adiós para siempre, Marc”.
 

Salió corriendo, alejándose de mí, pero yo en ese momento supe que volveríamos a estar juntos. Sólo necesitaba tiempo para estar sola y luego asumiría mi existencia en su vida para siempre.
Y así fue. Aunque me mantuvo alejado de ella por un tiempo, yo siempre volvía, pues sabía que me necesitaba. A veces eso le hacía rabiar, y yo le abrazaba o le besaba para cerrar sus labios. Ella se sonrojaba y me empujaba con su pequeña y frágil mano de muñeca en mi pecho. Yo reía, cuando me llamaba “chulo engreído”.
 

Hasta que un día por fin, comprendió que pasara lo que pasara siempre estaría a su lado, cuidándola, ayudándole en todo lo que pudiera y velando sus sueños cada noche.
Por fin, volvimos a estar juntos y bien, amándonos como desde el primer día en que nuestras miradas se encontraron.
 

Una noche, me quedé contemplando su rostro. Ella me miraba. Quise acariciarle la mejilla y darle un beso en los labios, pero no pude. En ese momento recordé algo que había olvidado desde mi nacimiento, que yo tan sólo era una creación suya, un producto de su imaginación.
 

Me creó para llenar el vacío que sentía por un desamor adolescente. Yo, Marc, fui un punto de apoyo para darle fuerzas cuando las necesitaba. Por eso, aunque quiso, no pudo alejarme de ella durante mucho tiempo. Me creó y me añadió a lugares de su vida como por ejemplo Guardamar, un pueblo que le fascinaba, le transmitía paz y armonía. También habló de mí a aquel chico que amaba, pero que tan sólo la quería como amiga, y con el tiempo ese chico dejó de hablarle. A pesar de los muchos problemas que tuvo, ella nunca se arrepintió de haberme creado, pues yo fui y soy el relleno para una vida llena de huecos.
 

Siempre permaneceré a su lado, pues formo parte de su vida, una parte que nunca, por más que lo intentara o que lo intente, podrá borrar, hasta que llegue su muerte. Entonces habrá llegado mi hora.

Yune evans

Laberinto de llamas

Almoradí, agosto de 1903. Un pueblo tranquilo y bonito, en el que todo el mundo paseaba por la plaza de la Constitución, en aquel entonces llamada Alfonso XIII y conocida como “el paseo” por los vecinos. La Iglesia de San Andrés ubicada en el mismo era un templo bastante amplio, que solo tenía un campanario en el lado izquierdo del tejado en aquella época. El edificio, viejo, casi destrozado, parecía venirse abajo, y ese mismo año se tuvieron que reforzar los muros laterales.
 

La plaza de Alfonso XIII estaba elevada respecto al resto del pueblo y poblada por un gran arbolado. Las farolas eran de petróleo. Cerca del paseo se hallaba el Teatro Cortés, un edificio grande y atractivo, pero todavía no había abierto al público, y no lo haría hasta 1908.
 

Todos en el pueblo se conocían y confiaban en sus vecinos. Algunos niños iban a la escuela entre semana, de lunes a sábado. Los domingos todos iban a la iglesia y después se quedaban en el paseo un rato. Adultos charlando, ancianas chismorreando, y niños y adolescentes jugando. Todos, excepto un niño llamado Francisco. Éste se pasaba los días encerrado en casa, sus padres salían a pasear y lo dejaban solo, pues ya estaban acostumbrados a las respuestas hostiles de su hijo al ofrecerle salir. -Francisco, hijo, tienes que hacer los deberes de la escuela − Dijo su madre.
-Ya voy madre − Contestó éste frunciendo el ceño.
Francisco se sentó en su mesa para hacer la tarea. Cogió pluma y papel, y se disponía a hacer sus deberes cuando de repente apareció Paco:

-No hagas los deberes, no necesitas hacerlos.
- Calla, Paco, déjame tranquilo, quiero hacerlos.
- Vamos, ambos sabemos que no los vas a hacer, no quieres, es perder el tiempo. Salgamos a la calle.
- No me gusta la calle, me quedaré en casa como siempre y haré mis tareas. ¡Cállate ya, fuera de mi vista, lárgate vamos!
La madre de Francisco oyó los gritos y asustada entró al cuarto de su hijo. Allí no había nadie más que él.

- Francisco, hijo, ¿con quién discutías? ¿Por qué gritabas?
- No te incumbe, madre, será mejor que te marches y me dejes solo. ¡Fuera todos de mi habitación!
La madre asustada salió de allí y habló seriamente con el padre. Pero no era la primera vez que el hombre había escuchado a su hijo hablando solo. En otras ocasiones, no había querido decir nada a nadie. Pero había llegado a pensar incluso en el internamiento en un manicomio. La mujer se enfadó al enterarse de que el marido había tomado una decisión de tal calibre, sin siquiera consultar con ella. Mantuvieron una larga conversación y al final, llegaron a la conclusión de que, lo mejor era internar al hijo...
Francisco escuchó gran parte de la conversación y Paco volvió a aparecer: 

- Francisco, te van a encerrar con los locos, debemos marcharnos de aquí, pues las únicas personas a las que quieres y soportas te han traicionado − Éste, asustado y enojado, escapó de su casa por la noche mientras los padres dormían.
 

Caminó largo rato hasta llegar al puente de piedra construido tras la guerra de sucesión, y del que, sorprendentemente, aún podemos encontrar restos, pues fue de las pocas construcciones que aguantó el terremoto de 1829, aunque hubo que rehacerlo casi por completo en diferentes ocasiones.
Francisco se cobijó en una cabaña junto al puente y se pasó toda la noche pensando qué hacer con su vida y hablando (o discutiendo) con Paco. Hasta que en un momento dado apareció alguien nuevo para él; era una mujer de cabellos rojos como el fuego, se llamaba Consuelo. Ella le preguntó por qué estaba allí solo y se le ocurrió una idea para ayudarle, solamente tenía que escucharla, hacerle caso y así no sólo cambiaría su vida, sino también la de todos los habitantes del pueblo.
 

2 de Agosto de 1903. Semana de feria en Almoradí. Se celebraba una carrera de cintas en la calle Mayor. Todo el pueblo estaba entusiasmado, pues la feria era uno de los pocos entretenimientos que había en aquella época. Así que, cuando se celebraba, nadie se lo quería perder.
Justo cuando se estaban ultimando los preparativos para la carrera, que iba a dar comienzo en la calle Mayor, se escucharon gritos que provenían de la calle contigua.
 

Al alzar la vista hacia el cielo se distinguía perfectamente una gran columna de humo. El alboroto fue general y rápidamente las campanas de la iglesia comenzaron a tocar a arrebato para avisar del peligro, por lo que toda la gente que estaba en la fiesta, se dirigió hasta la vivienda en llamas.
 

Todos se escandalizaron al ver a un niño de quince años junto al fuego, con una pistola en la mano y dos guardias civiles heridos, uno de ellos agonizando. No se atrevían a intentar apagar el fuego por miedo a que el chico les disparase.
-Francisco, cariño, ¿qué has hecho? − Dijo la madre al verlo.
- ¡Madre! Yo… yo no sé qué hago aquí, no he hecho nada. Consuelo convenció a Paco para cometer el delito y él... No pude hacer nada al respecto.
- No, hijo, aquí no hay ninguna mujer y ese tal Paco no existe.
La mayoría de la gente empezó a gritar acusando al niño de estar poseído por el demonio o embrujado.

-Os equivocáis, Consuelo fue también la responsable del incendio en 1864 − La gente empezó a murmurar, pues él aun no había nacido, con lo que era imposible que supiera algo al respecto − Consuelo provocó aquel incendio y desapareció sin dejar rastro, ahora ha vuelto y ha disparado a los agentes y originado este incendio. No os acerquéis. No soy culpable − Dijo él, temblándole la voz y apuntando con la pistola a la multitud.
- Cielo, deja el arma en el suelo, esa tal Consuelo no existe, tú lo hiciste.
A Francisco empezó a dolerle la cabeza, comenzó a sudar y Paco apareció.

- Francisco, no huyas, ambos sabemos lo que has hecho.
- Hijo ¿por qué hablas así? ¿Qué te ocurre? Por favor, deja que te lleve al médico para que te cure.
- Tienes razón madre, soy un peligro para ti y para todo el pueblo, no me queda más remedio que…
Francisco se apuntó con la pistola en la cabeza, pensaba quitarse la vida delante de todos. Francisco se disponía a dispararse cuando “Paco” controló su brazo izquierdo y apartó la pistola de su cabeza con fuerza. Esta se disparó y la bala atravesó el estómago de su madre. El arma cayó al suelo, y Francisco contempló con tristeza el cuerpo de su madre desangrándose en el suelo. 

En ese momento alguien recogió la pistola y apuntó a Francisco. Era su padre:
-Hijo, no puedes seguir vivo después de lo que has hecho, eres un peligro para todos y es preferible la muerte a encerrarte en un centro para locos. Perdóname hijo, te quiero − Le disparó por la espalda y lo atravesó.
Francisco cayó al suelo muerto, y su padre fue llevado a los calabozos de Almoradí y fue condenado a muerte.
Algunos vecinos comprendían al padre. Pensaban que era mejor la muerte que el encierro. Almoradí volvió a ser un pueblo tranquilo, todos volvieron a sus vidas cotidianas, olvidando que había personas con problemas mentales. Muchos siguieron pensando que esas personas eran demonios o que habían sido poseídos. Les temían y repudiaban. La mayoría pensaba que estaban mejor muertos, pues en esa época no existía mejor solución para ellos. Los manicomios eran lugares espeluznantes…


Yune Evans