Aquí os dejo el link del programa de radio de anoche en el que Eytha y yo contamos la historia del año maldito.
https://enacast.com/radiosantvicenc/historic/lunaticos
Yune Evans
sábado, 25 de enero de 2014
viernes, 17 de enero de 2014
El año maldito
Quedan 12 horas para terminar esta pesadilla. Tenemos
que tener más cuidado que nunca. Hemos de estar preparados, alerta, pues por un
descuido podríamos acabar en la tumba…
Hace seis meses
– Uff, vaya año, no paran de pasar cosas malas en mi
familia, Emma.
– Dímelo a mí, desde que empezó el año no paro de
recibir malas noticias por todas partes, y todo me lo cargo yo, Julia.
– Sí, es cierto, mi madre se cayó y al dejar el peso
de su cuerpo en la mano se ha roto la muñeca. Se pasó 90 días con la mano derecha
escayolada. El día que se la quitaron se cayó por la calle andando, fue raro
porque él suelo estaba bien, no había ninguno hoyo ni nada, y se rompió un
hueso del pie. Y ahora que ya se le ha curado, mi abuelo se ha puesto mal.
Mi novio y yo hemos cortado y no sé cuántas cosas más han pasado.
Mi novio y yo hemos cortado y no sé cuántas cosas más han pasado.
– Yo con mis abuelos no paro, mi abuela también se
cayó y se rompió la muñeca, y ahora que ya está bien mi abuelo se ha puesto
enfermo y yo lo tengo que llevar al hospital y ayudar a mi abuela.
Un mes más tarde
– Uff, Julia, no paro de escuchar accidentes, muertes
y desastres de gente cercana a mí o a mi familia.
– ¿En serio? ¡Te iba a decir lo mismo! Últimamente
conozco a gente que ha pasado por cosas muy duras, y la mayoría se trata de
enfermedades y muertes. Mi madre dice que le echaron un mal de ojo, ya no sé
qué pensar.
– Si fuera sólo a ella… Pero son muchas personas ya.
Cuando mi abuelo estuvo en el hospital, tuvo varios compañeros de habitación y
tres de ellos murieron. A todo aquel que le pregunto “qué tal el año” me
contesta que mal.
– Da igual, mi madre dice que va a comprar velas para
la mala suerte, quitar el mal de ojo y tal.
– Vale, pues ya me dirás qué tal te va.
Unos días más tarde
– Emma, es raro pero cuando pusimos las velas negras
noté algo extraño. El ambiente se notaba cargado, pesado. Me dolió un poco la
cabeza durante unos veinte minutos y luego me invadió una sensación de paz, un
ambiente limpio y claro.
– Julia, me sigo enterando de catástrofes muy raras,
demasiadas casualidades, he pensado en hacer una especie de encuesta a gente
desconocida en la calle.
– Será una tontería, pero después de todo lo sucedido
durante este año me parece una buena idea.
Hicimos varias
encuestas y muchos habían perdido el trabajo, la pareja, los hijos, padres,
abuelos, casas, etcétera.
Muchos sentían una fuerza extraña que les observaba. Algunos
habían hecho rituales con velas para espantar a los malos espíritus y otros lo
tenían en mente pero no llegaron a hacerlo…
Para ver si el ritual funcionaba, hicimos nuevas
encuestas y descubrimos que muchas personas que lo habían hecho, después de un
tiempo de paz notaban una presencia, como una sombra maligna que les observaba
de muy cerca, y les pasaban una serie de desgracias continuadas peores que las
anteriores, y de noche no podían dormir.
– Reconozco, Emma, que me cuesta dormir por las
noches, tengo insomnio y siento miedo, no sé por qué. Mi madre y yo no hicimos
rituales pero si encendimos una vela negra para espantar los malos espíritus.
– También me he fijado en otra cosa, Julia. No paro de
ver el número trece. Son cosas que no tienen sentido, pero es extraño, me dan
escalofríos al verlo, no sé por qué. Es una sensación que no puedo explicar.
– Ni yo, pero después de todo esto tengo clara una
cosa. Hay algo ahí fuera maligno que ha aparecido este año.
– Vale, sabemos que hay algo ahí fuera que ha llegado
con el 2013 pero no sabemos qué es ni cómo combatirlo y acabar con él.
– No creo que se pueda acabar con él, pero creo y
espero que esa cosa desaparezca con la llegada del 2014. Hasta entonces tenemos
que sobrevivir a él.
Al cabo de unas semanas
– No aguanto más Emma, son desgracias por todas partes
que recaen todas en mí, no puedo arreglar nada ni controlar nada de lo que
sucede a mi alrededor. Me voy a volver loca, caer en depresión o yo que sé.
– Vamos Julia, pronto pasará, yo también estoy
agobiada por varias partes y no tengo culpa de nada pero todo cae al final en
mí. No puedo dividirme para acudir a todo, unos
días lloro de rabia, otros de desesperación. No sé qué hacer y parece
que todo esté en mi mano.
– Siento ser débil, yo misma te dije que teníamos que
aguantar y soy la primera en quejarme y hundirme. Me deja sin fuerzas...
– Si… Yo no sé ni de donde las sacó. Cuando pienso que
no podría ir peor siempre pasa algo nuevo que empeora las cosas.
– Yo volvería a hacer lo de las velas, pero cuando se
consuman podría acabar peor de lo que estoy, porque esa cosa volverá, con más
rencor y empeño en acabar conmigo.
– Pues compra velas suficientes para que duren hasta
que acabe este año. Yo también lo haré, y quizás podremos ayudar a los demás.
– Sí, tienes razón, si no puede ir tras nosotras
podremos ayudar a los demás y evitar más catástrofes a nuestros familiares y
amigos.
Compramos velas y ambas nos pusimos manos a la obra,
pero un día una corriente de aire que no sabemos de donde procedía, nos apagó
las velas y mientras fui a encender la luz pude apreciar una sombra con ojos
amarillos y rasgados. Encendí y la sombra desapareció. Ambas la vimos.
– Nunca había sentido esa sensación, es más fuerte que
las anteriores – Dijo Emma.
En la actualidad
Heridas física y psicológicamente, con miedo,
encerradas en casa con velas pero que al parecer no son lo suficientemente
fuertes para ese nuevo ser, esa “sombra”. Había llegado la navidad y teníamos
que separarnos e ir con nuestras familias, salir, enfrentarnos al mundo
exterior. Así que, nos deseamos suerte. El móvil lo llevaríamos siempre encima
por si ocurría algo malo.
Por el momento estábamos a salvo, todo parecía ir
bien, pero sentía que algo malo ocurriría pronto.
Empezaron a suceder accidentes que iban para nosotras,
peleas familiares, algún que otro rasguño… Ahora ya estábamos preparada para
todo y mentalizadas de que pasarían cosas malas, así que, aguantamos con el
consuelo de que sólo faltaban ya unas horas para año nuevo.
Nosotras no éramos las únicas que teníamos que
aguantar, nuestros amigos también. A todos les habíamos prevenido de esa
sombra, así que quedamos en que después de las uvas nos reuniríamos todos en la plaza del pueblo, junto a la
iglesia. Nos veríamos allí los que estuviésemos sanos y salvos, o al menos a salvo.
“Tenemos que aguantar
hasta las doce de hoy y reunirnos. En unas horas el 2014 caerá, pero hasta
entonces mucho cuidado, sed fuertes y aguantad porque ahora que le queda menos
tiempo sacará todas sus cartas fuertes para derrotar a los que quedamos”.
Pasaron bastantes cosas malas, tanto a nosotras como a
nuestros amigos, la sombra sacaba todos sus ases de la manga para acabar con
nosotros, pero todos estábamos listos, débiles pero de mente, más fuertes que
nunca. Se trataba de nuestra supervivencia, de nuestras vidas.
Se hicieron las doce, y todo desapareció como una
pesadilla, como espectros ante la luz desvaneciéndose.
Entonces, yo algo mareada, cansada, y con un leve dolor me dirigí hasta el reloj de la iglesia del paseo. Al momento pude apreciar dos sombras que se dirigían hacia mí, Emma y su novio. Con cara de cansados y de haberlo pasado mal se acercaron y nos miramos, yo medio sonreí y dije: “Estamos vivos, desapareció el 2013, somos supervivientes a él”.
Entonces, yo algo mareada, cansada, y con un leve dolor me dirigí hasta el reloj de la iglesia del paseo. Al momento pude apreciar dos sombras que se dirigían hacia mí, Emma y su novio. Con cara de cansados y de haberlo pasado mal se acercaron y nos miramos, yo medio sonreí y dije: “Estamos vivos, desapareció el 2013, somos supervivientes a él”.
Entonces vi a otro amigo mío, se acercaba a nosotros cojeando,
se había hecho daño en el pie, pero podía andar. “Llegué”, exclamó.
Fueron llegando amigos nuestros poco a poco, otros
faltaron porque estaban mal, pero les llamamos al móvil y seguían vivos, sólo
que no podían venir, debían quedarse en cama descansando.
Lo hemos conseguido, aunque hayamos pasado a este
nuevo año con heridas físicas y psíquicas, pero vivos al fin y al cabo. Todos
reímos aliviados, esperando que todo nos fuera bien en el 2014.
Al fin todo pasó y estamos todos vivos, con heridas que cicatrizarán durante este
nuevo año.
FIN
Yune Evans
miércoles, 15 de enero de 2014
Sueños conectados
Era de
noche, una luna llena brillaba en lo alto del cielo. Paseaba por una calle
vacía, de camino a casa de una amiga. Cuando llegué, todo estaba extraño. Sabía
que era la misma casa pero todo había cambiado…
Entré y como
sospechaba la casa estaba cambiada también por dentro, tenia estanterías llenas
de videojuegos, un pasillo bastante más largo de lo que recordaba y mas
habitaciones. Nos sentamos a jugar a un videojuego de terror, una mansión llena
de fantasmas de los que teníamos que huir y matar a los que pudiéramos. De repente escuchamos un sonido lejano.
Nos asustamos, pues sabíamos que ese ruido no venía del televisor. Nos
miramos con miedo y luego reímos pensando que serían imaginaciones
nuestras y continuamos jugando. Al poco
rato volvimos a escuchar un ruido, entonces pausamos el juego y nos quedamos un
rato en silencio. Justo cuando yo iba a quitar el juego volvió a sonar un ruido
más fuerte que los dos anteriores, ambas nos levantamos del sofá y miramos en
la dirección de donde provenía aquel sonido. Vimos una sombra en la pared y
en un instante vimos la figura de un hombre anciano, “¡acababa de atravesar la pared”!
Nosotras
corrimos por todo el pasillo pero por más que corriésemos el siempre estaba
cerca, parecía como si nosotras no avanzásemos y el siempre estuviera en el
mismo sitio.
Cruzamos la
puerta del recibidor. La cerré y me
quede sujetándola, dejando al fantasma justo detrás. En ese momento lo vi, era un hombre mayor, de
aspecto demacrado. No entendía como un fantasma no podía atravesar
la puerta. Tal vez porque yo la sostenía.
Por fin mi
amiga consiguió abrir la puerta de la entrada. Corrimos
todo lo que pudimos y ya una vez fuera
nos encontramos a un guarda y yo paré y pedí ayuda explicándole que un
fantasma nos perseguía.
“Si hombre,
otra vez me vienes con esas…” – contestó.
En ese
momento recordé que ya lo había visto en otra parte y le había dicho algo
parecido. Me quedé mirándolo con cara de susto y con rabia de que no me creyera
y le dije que era cierto. Mi amiga me
llamó: “¡no pierdas el tiempo vámonos corre!” Entonces yo la seguí y llegamos a
una pinada, había cuestas y las subimos para escondernos, aunque lo cierto es
que no era el mejor sitio para esconderse de un fantasma pero algo nos hizo
correr hasta allí.
Al final de
la cuesta había un pozo y alrededor había cabezas petrificadas de personas con
gestos de sufrimiento. Cerca del
pozo había una escalera y al final de
ella una pelota pequeña, nosotras bajamos para cogerla, pero al lado había una
puerta y de repente unas manos nos cogieron y nos hicieron cruzarla. Allí se
hallaban también los primos de mi amiga acorralados como nosotras dos ahora.
Estábamos rodeadas de unos monstruitos que parecían duendes. Conseguimos
escabullirnos y corrimos hasta que encontramos una vieja
casita de madera. Al entrar mi amiga se quedó mirando la casa y dijo: “yo he
soñado con esto, ahora vendrá un anciano que nos ayudará a salir de aquí, no os
preocupéis”.
Entonces
vimos una mano que le dio al interruptor de la luz para encenderla, era el
anciano que lo había escuchado. “¿eso crees?”. Dijo.
“o no...” – respondió mi amiga que se quedó
helada de miedo
Al final
resultó que el anciano sí que era bueno y nos quiso ayudar a salir de aquel
lugar. En esa casa se hallaban los objetos más preciados de cuando éramos
pequeños y cada uno tenía un poder. Los primos
de mi amiga hicieron aparecer una canoa para cuatro personas y cuatro remos, mi
amiga hizo un lago desde la cabaña hasta la puerta junto al pozo. Y yo pude crear un campo de fuerza que impedía a
los duendes acercársenos.
Llegamos al otro lado, subimos las escaleras y nos
dirigimos al piso de mi amiga para refugiarnos. Una vez allí recordé que al principio
estábamos huyendo de lo que había en él, pero esta vez estaba tal y como yo lo
había recordado. Todo estaba en orden, parecía un sueño. En ese momento los primos de mi amiga nos despertaron a ella
y a mí. Lo más curioso es que mi amiga y yo habíamos estado en dos sueños, el
primero era mío y el otro suyo. Sus primos también habían soñado el de la
pinada. ¿Eran sueños conectados?
Fin.
Yune Evans
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