domingo, 27 de septiembre de 2015

[Acadmia Willow Lake] Mayra + cap. 1



Desde pequeña siempre me había sentido diferente a los demás. En el colegio, a veces, sabía cosas de mis compañeros, a los que no les gustaba que las supiera. Me dejaron de lado, algunos incluso me humillaron, y me alejé de todos.
Al principio tenía visiones cortas al tocarles, luego empezaron a ser más largas. En el instituto mis visiones eran agotadoras, varias veces llamaron a mis padres por lo mal que me encontraba. Empecé a desarrollar una especie de empatía, si tocaba a alguien con una fuerte emoción, yo me sentía igual. Por miedo a lo que pudieran pensar mis padres, no quise decirles nada. Me quedé aislada de los demás, por miedo a que me repudiasen.
Por problemas familiares, mi familia se mudó a la costa, donde empezaría un nuevo instituto, y con ello, la esperanza de encontrar a alguien que me pudiera aceptar tal y como era, pero los primeros días fueron difíciles, algunas chicas intentaban conocerme, y yo me alejé por miedo al rechazo.

Un día llamaron por teléfono de mi instituto nuevo, era el director del centro comunicando a mis padres que era bastante buena en arte, tenía una destreza impresionante y en ese centro no podían ayudarme para desarrollar todo mi potencial, por lo tanto habían contactado con un colegio especializado en artes, allí podría formarme mejor.

Era cierto que me gustaba dibujar, y, no es por presumir, pero no se me daba mal.

Mis padres se sorprendieron y se alegraron a la vez, pero mi padre era muy desconfiado y no le hacía demasiada gracia. El director les dijo que se pondría en contacto con ellos la directora del nuevo colegio, llegaría a nuestra casa en unos pocos días con los papeles para la inscripción e información sobre ese centro.

Al cabo de tres días, alguien llamó a la puerta de mi casa. Mi madre abrió y una mujer de mediana edad, con un vestido largo, esperaba tras la puerta del chalet. Llevaba una carpeta en la mano.

-       Buenos días - saludó la mujer.

-       Buenos días – contestó mi madre.

-       Soy la directora de la escuela de artes Phenix.

-       Oh, sí, pase - mi madre invitó a entrar a la mujer, y juntas fueron al comedor, donde esperaba mi padre - el director del colegio al que va mi hija nos ha hablado de su colegio especial.

-       Bueno, yo no lo definiría especial, exactamente. Es un centro en el que nos especializamos en artes y seleccionamos a los alumnos que tienen dotes para desarrollar y no pueden sacar su máximo potencial en colegios comunes. El profesor de arte de Mayra vio que su hija tenía potencial y contactó con nosotros, nos pasó informes y trabajos que la niña había hecho y nos interesamos por ella.

-       Muy bien, pues adelante señora, explíquenos cómo funciona ese centro y de cuánto dinero estamos hablando - se interesó mi padre.

-       Verá, por el dinero no tienen por qué preocuparse, el director de su actual colegio me comunicó que ustedes no disponen de facilidades, por ello le hemos podido conseguir una beca, para que su hija pueda tener todo lo necesario, sólo tendrían que pagar unas tasas de 100€ al año, ¿no es mucho, no?

-       Está bien, pero ¿de qué va a disponer nuestra hija?

-       Es un colegio interno, tendrá un dormitorio compartido con otra alumna, tendrá su cama, su armario… Podrá estudiar y hacer los deberes en la biblioteca, asistirá a clases por las mañanas y algunas tardes de alguna asignatura u optativa que escoja. Comerá allí y les proporcionaremos un uniforme que solamente tendrá que llevar para asistir a clases, habrá servicio de lavandería, etc. No se preocupen su hija estará bien, no le faltará de nada.

-       ¿Y cuándo podremos ver a nuestra hija? - quiso saber mi madre.

-       Siempre que queráis, avisen con un día de antelación qué van a venir a visitarla y no habrá ningún problema, pero entre semana estará bastante ocupada entre clases y trabajos, por lo que sería preferible que vayan los fines de semana. Su hija estará en un curso intensivo durante el primer año, por lo tanto estará bastante ocupada, siempre pueden llamarla por teléfono para ahorrarse un viaje o enviar cartas.

-       ¿Y en vacaciones de verano nos la podremos traer a casa?- continuó mi padre con desconfianza todavía.

-       Sí, por supuesto, faltaría menos, prácticamente todos los alumnos suelen irse con sus padres a pasar las vacaciones de verano, y las de navidad.

Aparecí de repente, había estado escuchándolo todo a escondidas.

-       Yo no quiero ir a ningún colegio interno… - dije recelosa.

-       Bueno cielo, si tú no quieres no vamos a firmar nada, haremos lo que tú decidas - dijo mi padre.

-       ¿Puedo hablar un momento a solas con Mayra? - preguntó la mujer

Mis padres  me miraron, asentí y éstos nos dejaron a solas. Nos dirigimos al patio para hablar tranquilas.

-       Verás Mayra, nos hemos dado cuenta de que puedes hacer cosas que la gente que te rodea no puede hacer, tienes un don. Puedes hacer magia, como los otros alumnos de mi centro. En éste mundo existe gente con magia y gente sin magia. Los que no tienen magia no deben saber de nuestra existencia.

-       ¿Y mis padres?

-       Entre los magos tenemos reglas, y lo más importante ahora mismo es que, aprenderás a controlar y desarrollar esos poderes que tienes que te han ocasionado tantos problemas a lo largo de tu vida. A tus padres les puedes decir lo mismo que les he contado, que das varias asignaturas de arte,que das cosas nuevas que en el antiguo instituto no dabas… Y podrás verlos en vacaciones y algún día que quieran visitarte. Tus padres creerán que vas a un colegio de grandes talentos.

“Tendré que seguir mintiendoles…” pensé entristeciéndome. “Ojalá pudiera contarles…”

-       Tienes dos días para decidirte, si no lo has hecho ya. Cuando lo hagas tus padres tendrán que firmar el formulario de inscripción, y listo. Hazte la maleta con tiempo si decides venir. Pero piensa que es lo mejor, allí hay un montón de chicos y chicas como tú, aprendiendo un montón de cosas. Nadie te dará de lado por tener poderes y aprenderás a controlarlos.

Me quedé un momento pensativa, era una oportunidad para poder controlar y entender mis poderes. Me entristecía pensar que tenía que estar alejada de mi familia, pero si me quedaba, estaba segura que me arrepentiría.

-       Está bien, iré, por probar… Pero si no me gusta podré volverme a casa, ¿verdad? - añadí.

-       Sí, claro, no retenemos a nadie allí contra su voluntad - añadió la mujer con una tierna sonrisa en su rostro. Era agradable.
Entramos juntas al comedor de mi casa, y comunicamos mi decisión, mis padres firmaron, y la mujer recogió los documentos.
Tenía dos días para preparar la maleta, y la mujer vendría a recogerme. ¿Qué podría llevarme a una escuela de magia?
Mi madre me ayudó a encontrar una maleta de la mudanza, y ahí guardé la ropa y todo lo que necesitaría para quedarme allí. Mi madre me insistió en que llevara varias prendas de ropa de verano y de invierno, si hubiera sido por mi, me hubiera llevado sólo unas pocas.
Estuve nerviosa los dos días que tuve que esperar, pues, era la primera vez que me iba a encontrar lejos de casa.
Llegó el día en el que la directora vendría a recogerme, y me guardé en la maleta, a última hora, mi peluche, un tigre de 20 cm que apreté contra la ropa para que cupiese. Me hacía sentirme segura y protegida siempre que lo necesitaba. Y una vez todo preparado, bajé la maleta y esperé a la mujer.
De mi padre me despedí la noche anterior, pues hoy empezaba a trabajar muy temprano y ya no le volvería a ver hasta las vacaciones.
Llamaron a la puerta y se me puso el corazón en la garganta, mi madre me pidió que abriese. Con las piernas temblando y el corazón latiendo a mil por hora, abrí la puerta de entrada. Era la misma mujer que vino hace dos días. Con una falda larga esta vez y una camisa que conjuntaba muy bien.
Me preguntó si estaba preparada, negué con la cabeza, casi ni podía hablar. La deje entrar mientras corría hacia mi madre para avisar que la directora ya estaba allí. Mi madre y ella se saludaron, y comprendí que era la hora de despedirme. Abracé a mi madre y ella me devolvió el abrazo, sentí de repente mucha tristeza y me puse a llorar, ella también lloró. Después le di un beso, cogí mi maleta, aún nerviosa por todo, y sollozando, me fui con la directora caminando por la acera.
Nos dirigimos hasta un chalet, donde torcimos a la izquierda, vi que el chalet tenía un escondrijo donde nadie solía pasar, ni yo misma me había dado cuenta de que estaba ahí hasta ese momento.
            - Cogeme la mano, vamos a teletransportarnos - me dijo. No sabía si tomarla, pero ella sabía de mis poderes, esperaba que no sucediera nada, le cogí de la mano nerviosa y con miedo, mientras que con la otra mano sujetaba la maleta.
Aparecimos, sin más, en otro lugar muy diferente. Me sentí mareada. La mujer sonrió tiernamente, y esperó a que me encontrara mejor para seguir andando.
Cruzamos un par de calles y llegamos a una casa donde un chico esperaba en la puerta con una maleta. Me dio vergüenza mirarle, era un chico muy atractivo, así que aparté la mirada rápidamente. La mujer se le acercó, y yo di unos pasos hacia ellos.
            - ¿Jungkook? - le dijo, me di cuenta que él asintió - Soy la directora de la escuela. ¿Tus padres no están en casa?
            - No… - negó él - Están fuera, ya me despedí de ellos antes.
            - Bueno… Pues entonces podemos marcharnos.
El chico se levantó, le volví a mirar, nuestras miradas se encontraron y tuve que apartar mi mirada rápidamente, me sentí avergonzada. ¿Sería mi compañero en la escuela? Ambos seguimos a la directora.
Volvimos al lugar donde habíamos aparecido la mujer y yo, y allí la directora nos pidió que nos dieramos las manos.
 “¿De verdad tengo que hacerlo?” pensé, temerosa por lo que pudiera ver con mis poderes. Miré a la directora, que parecía tener cara de cansada.
Nos volvimos a mirar, me sonrojé, pero no fui la única, antes de apartar la mirada observé que él también se había puesto colorado. Yo no me atrevía a tocarle, pero él tampoco hacía gesto de intentarlo, parecía ser tímido y vergonzoso, como yo.
            - No tengo todo el día para esto. Daos la mano - nos dijo la directora cogiendo mi maleta.
 Nos volvimos a mirar, rojos como un tomate, pero sin movernos ni un ápice. La directora suspiró, y terminó por cogernos las manos y unirlas ella misma, asegurándose de que no las separásemos.
“No he tenido ninguna visión...” me alegré por un momento. Aun así, me daba mucha vergüenza tener que coger de la mano a un chico, y más si me parecía guapo. Al instante de tener ese pensamiento, pude notar la vergüenza que él sentía, haciendo que me latiera fuertemente el corazón.
Después, la directora me cogió de la mano libre, y nos teletransportamos.
Recogimos a varios alumnos más en el trayecto. Y finalmente, aparecimos en el interior de un edificio, delante de muchas personas que se despedían de sus padres.
            - Este es el edificio de los dormitorios, ahora os diré qué habitación os hemos asignado. Allí encontraréis todo lo que debéis saber. Y por cierto, ¡bienvenidos a la Academia Willow Lake!
Miré la sala y me quedé embobada por un momento no me acordé que seguía agarrada al chico, así que le solté de la mano rápidamente. Ya no sentía aquella presión. Y escuché que él suspiraba aliviado.
La directora empezó a repartir las llaves de los cuartos y unos mapas y cuando terminó nos indicó por qué escalera se encontraban los dormitorios. Miré a la cara al chico y aparté la mirada rápidamente, decidiendo subir las escaleras que llevaban a los dormitorios de las chicas.
Una vez sóla, me pregunté cómo sería mi compañera de dormitorio. Estaba nerviosa, no quería decirles nada de mi poder. Sabía que no debía tener miedo, porque era una escuela de magia y todos me comprenderían. ¿Pero, y si no lo hicieran? ¿Y si ocurría como en los anteriores colegios? Prefería no decir nada.
 Miré el número de la llave, busque la puerta con el mismo número y la abrí.

***

El primer día después de las vacaciones de verano, Julia volvió al colegio y se dirigió a su habitación, allí vio que Roxane había dejado todo desordenado y un montón de trastos por las tres camas, como siempre. Julia se puso a colocar sus cosas y a quitar las de Roxane de su cama. Entonces, alguien abrió la puerta.

 Mayra nada más ver cómo estaba el cuarto pensó que se había equivocado de habitación, miró el número de la llave, se echó hacia atrás para mirar la puerta y volvió a mirar la habitación.

 ‘No puede ser… Las tres camas están ocupadas. Debe de haber algún error’ pensó ella.

-       ¿Te puedo ayudar en algo? - preguntó Julia al ver su cara confusa.

-       Esto… ¿No me he equivocado, verdad? - preguntó tímidamente, y en voz baja, mientras le mostraba el número que aparecía en las llaves. Julia lo miró.

-       Sí, es aquí - afirmó ésta, que se dio cuenta de que Mayra era bastante  tímida por sus gestos - Tu cama es esa de ahí - señaló la cama de la derecha - Las cosas que hay encima de tu cama son de nuestra compañera, Roxane - sonrió amable - Puedes ponerlas en su cama, o déjalas y que las quite ella, lo que prefieras. También puedes guardar tu ropa en ese armario y esta cómoda. En el aseo tienes también un sitio para colocar tus cosas.

Mayra se dirigió a su cama, pero no quería tocar nada que no fuese suyo. Si había algo que no debía tocar, no la regañarían. Vio que tenía un uniforme y unos papeles en el escritorio. Cogió el uniforme y decidió probárselo dentro del baño. Se puso la falda plisada de color gris marengo, que le quedaba por encima de las rodillas, la camisa blanca de manga corta para el verano, el chaleco de la misma tela que la falda, el lazo fino de color rojo y los zapatos negros. Salió a la habitación con él puesto.
-       Esto… ¿El uniforme hay que llevarlo siempre? - quiso saber avergonzada.
-       No, sólo cuando vayamos a clase, el resto del tiempo puedes ir con tu ropa - respondió Julia con una amplia sonrisa.
Mayra volvió a meterse en el baño y se puso su ropa, que era ancha y muy cómoda. Miró las hojas, que resultaron ser un mapa del colegio y el horario de las clases.
Julia terminó de guardar sus cosas. Y vio cómo Mayra iba colocando la suyas lentamente.
-       Por cierto, ¿cómo te llamas? -dijo Julia pensando que si no le preguntaba, ella no se lo iba a decir.
-       Mayra… - respondió ésta.
-       Yo soy Julia. Voy a ir a ver a Roxane y de paso le digo que cuando pueda recoja sus cosas del cuarto para que puedas ordenar bien las tuyas.
Mayra vio como Julia se iba de la habitación y aprovechó ese momento para esconder su peluche debajo de su almohada. No quería que pensasen que era una niña por llevar un peluche.
Mientras Mayra terminaba de guardar sus cosas, Julia se fue al patio donde sabía que estaría su grupo de amigos. Allí estaba Roxane, con Suga y J-Hope.
-       ¡Suga! - gritó Julia con los brazos extendidos para abrazarle.
-       ¡Julia! - la abrazó J-Hope con una sonrisa de oreja a oreja. “ Noo, tú noo” pensó desilusionada por la intromisión.
-       ¿Qué tal el verano? - preguntó Julia nada más separarse de J-Hope.
-       Pues aquí, como siempre, aburridos - respondió Roxane.
En ese mismo momento pasó junto a ellos un chico. Al verle, Julia se alegró y lo llamó.
-       ¡Kim Tae, hola! - el chico se detuvo y la miró extrañado. Al ver su expresión supo enseguida que era el hermano gemelo de su amigo - ¡Ah! Espera, espera. ¡Tú eres el hermano de Kim Tae! Me ha hablado mucho de tí, V. Por cierto, si quieres nosotros te podemos enseñar el colegio.
-       Ah, vosotros debéis ser los amigos de mi hermano - dijo V mirándolos a todos.
-       Sí, y también puedes venirte con nosotros cuando quieras - añadió J-hope, apoyándose en sus  hombros.
-       Bueno, vale...
-       Yo voy a buscar a Kim Tae, luego nos juntamos todos - dijo Suga, que se alejó del grupo mientras J-hope seguía hablando con V.
-       ¿Qué tal con Suga? - preguntó Julia a Eyha.
-       Nada nuevo - respondió ésta decepcionada. Y pasaron a contarse lo que habían hecho durante el verano. - ¡Mira, sangre fresca! - le dijo a Julia señalando con la cabeza a un par de chicos que pasaron cerca. Uno de ellos era guapísimo y ambas se quedaron embobadas mirándolo. Éste se dio cuenta de que le miraban, se puso rojo y miró al suelo. Ellas siguieron mirando descaradamente para poder analizarlo bien por detrás. Al parecer el chico que le acompañaba pensó en hacer exactamente lo mismo y se dio la vuelta. Las miradas de Julia y el chico se encontraron y pusieron una sonrisilla, pero a Roxane no le hizo gracia que la pillara mirando, y le respondió con un gesto de desagrado, y cada grupo siguió su camino.

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